Me costó casi 34 años de vida y 12 de profesión aceptar que soy una persona creativa. Hoy quiero compartirte un poco de ese recorrido.
Siempre me llamó la atención el mágico mundo de la creatividad. Cuando decidí estudiar publicidad los profesores hablaban de “los creativos” como ese grupo selecto de mentes brillantes que iban por la vida teniendo ideas geniales y al que podías pertenecer o no.
Me daba curiosidad saber cómo era el proceso de generación de ideas, y al mismo tiempo sentía que no había chances de pertenecer a esa tribu tan mística. Me dije a mí misma que no era una persona creativa incluso antes de intentarlo. Probé una o dos veces cerrar los ojos, hacer fuerza y esperar a que aparecieran ideas fantásticas, y nada. Estaba soltando la toalla muy rápido, pero lo que no sabía y nadie me había dicho antes hasta el momento era que la creatividad es una habilidad que puede desarrollarse, pero como todo en esta vida, hay que darle espacio para que pueda crecer.
¿Cuántas veces te sentaste a esperar a que se te prendiera la lamparita? Quizá ni siquiera lo intentaste y, como yo, cerraste la persiana antes de arrancar. Los grandes artistas hablan de la inspiración como algo divino, que baja de repente, pero también como algo tortuoso que, cuando no ocurre, no hay forma de activar.
Como yo y como todos los seres humanos, vos también sos una persona creativa. Está en nuestra naturaleza buscar nuevos caminos y soluciones a patrones ya existentes y creeme que, como cualquier deporte, se entrena. Seguramente haya personas que la creatividad se les de más fácil y otras a las que les cueste un poco más, principalmente por el bagaje de conocimientos, experiencias, cargas y limitaciones que cada individuo tenga. Pero cuando empezamos a practicar la búsqueda de nuevas ideas, es como si algo se destrabara y la energía creativa comenzara a fluir.
Para arrancar, solo necesitás una sola cosa: intención. Cuando el foco está puesto en lo que querés lograr en vez de ver lo que te falta, la motivación y la predisposición aumentan. Si a eso le sumás la afirmación de que ya sos una persona creativa, tenés la mitad del camino recorrido.
En realidad, es exactamente eso: una creencia a soltar para empezar a vibrar en colores e ideas. Parte de mi propósito hoy es acompañar a las personas a despertar su lado más creativo a través de diferentes técnicas, prácticas y propuestas de reflexión para que puedan aplicar a su vida, a su marcas o a cualquier situación que requiera una nueva perspectiva. Si te interesa reservar una sesión de consultoría personalizada, podés hacer click aquí.
Hoy te propongo escribir tu declaración creativa para comenzar a vibrar en esa frecuencia.
Como todo lo que comparto por este medio, son sugerencias de prácticas que a mí me sirvieron en el proceso de conectar con mi creatividad y son guías para que las hagas únicamente si resonás con la propuesta. Como verás, me gusta mucho escribir, así que te recomiendo que puedas ir registrando todo el camino en un cuaderno especial, que te guste. Si de cuadernitos lindos se trata, acá podés ver los que actualmente tenemos en stock en Phantom. (Son los que yo uso y están pensando específicamente para dejar volar la imaginación).
Así que manos a la obra:
Ubicate en un lugar tranquilo y cómodo. Poné tu playlist favorita y, si querés, prendé alguna vela o sahumerio que acompañe el momento de reflexión. Hacé un par de respiraciones profundas y empezá a escribir libremente, intentando llevar el foco a estas preguntas:
¿Cómo me siento hoy con respecto a mi creatividad?
¿Podés identificar algún momento de tu vida en el que te hayas sentido una persona más o menos creativa?
¿Cómo se sentiría en tu vida ser una persona creativa?
Ojalá te sirva esta práctica de escritura reflexiva para comenzar a conectar con tu lado más creativo. Si la hacés, me encantaría que me compartieras tus sensaciones.